lunes, 27 de junio de 2016

Mañana, o alguna vez, será un nuevo día.




Al levantarme esta mañana, la idea de que al fin podríamos no la tenía nada clara después de que las últimas encuestas, realizadas en los días en que aquí ya no se hacían, y que al menos oficialmente procedían de Andorra, habían pasado de dar una ligera subida a UP el viernes, tras el intento de "asalto" al diario Público, a un remonte notable del PP el sábado (velas de todos los colores le tendrá que poner Mariano a s. Brexit bendito , patrón de los imPPosibles).

Esa circunstancia no era el mejor aliciente de la jornada teniendo en cuenta además que me tocaba mesa en un colegio electoral por primera vez. Después de haber repasado las funciones de cada uno de los miembros, me dije a mi mismo que podía haber sido peor, pues como primer vocal la responsabilidad no sería la que tendría si me hubiera tocado ser presidente. "Espero que el titular de presidente no falle, que los compañeros sean personas normalitas y que algún interventor no tenga una pedrada,  con eso me doy con satisfecho", comenté antes de salir de casa.

No pudo ser, porque de entrada el titular falló y me tocó asumir su puesto;  menos mal que los interventores, excepto por alguna pequeña tontería que no pasó a mayores, se comportaron debidamente,  y también que el representante de la Admon. fue un eficaz apoyo. De los compañeros sólo me queda lo bueno pues son, como yo mismo,  personas a las que se designa por sorteo, con lo cual te tienes que armar de paciencia si tienes al lado a alguien que se empeña en que la F va después de la M en el abecedario.  La jornada terminó mejor de lo esperado; el recuento fue rápido, y en el Palacio de Justicia no estuve más de cinco minutos para entregar las actas.

Realmente no me puedo quejar, no al menos más que el resto de los que esperábamos otra cosa de estas elecciones.






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