miércoles, 9 de enero de 2013

Burocracia hasta los huesos









El asunto no era agradable en si mismo, pero no esperas nunca que se convierta en  una especie de relato de Edgar A. Poe, además con el añadido de la burocracia,  informatizada,  pero que sigue sin estar coordinada entre las distintas administraciones,  y parece anclada en el siglo pasado,   de manera que es el usuario  quien continua "uniendo" a las  consejerías y entidades de las que hace falta un certificado o un permiso...más o menos como en Islandia (*)

Alguien había muerto cinco años atrás y me tocó hacer la gestión de traslado, o, en caso contrario, los  restos pasarían al osario común del cementerio. "Vengo para hacer un traslado de restos";  después de pagar las tasas correspondientes, el funcionario, muy amable por cierto, me ofrece una hoja de papel: "aquí tiene las instrucciones, le sugiero llevar el orden";  me quedé algo desmarcado, suponía que una vez abonadas las tasas, la empresa que gestiona el cementerio se haría cargo de todo; "lea ud. abajo del todo, la letra en negrita"; y si, lo decía bien claro: "el traslado, una vez autorizado, corre a cargo de los familiares".

Certificados varios, permiso de sanidad para traslado de restos humanos, con una tasa de 2.16 euros, que tuve que ingresar en una entidad bancaria y volver con el justificante de ingreso (para agilizar, supongo);  menos mal que la caja de plástico sabía donde encontrarla: "le hará falta una caja plástica con cierre y donde quepa una cabeza a lo alto y un fémur a lo largo, y en tal sitio la puede encontrar".

Pues no, no cabía...había sufrido un accidente de joven (murió con 90 años) y tenía el fémur soldado con la tibia y el peroné...me vino a la cabeza algo que dijo hace mucho tiempo esa persona al romperse una cadera (con setenta largos, y volvió a caminar con su pierna soldada): "me  tenía que haber roto la rodilla que igual después me la dejaban bien"...creo que ella se habría reído de todo esto;  a mi, tengo que confesarlo, no me hizo demasiada gracia.


(*) Hace años, un amigo que había abierto un negocio en Rekiavik, me contaba: "te fríen a impuestos, pero en 24 horas y después de hablar con UNA persona, tienes todos los permisos".



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