En lo único que defendí a la difunta Cayetana fue en su matrimonio: "Que se case con quien le salga de las profundidades"; ni tampoco me atrevo a juzgar las intenciones o posibles intereses del ahora su viudo.
Creo que la única condición para que dos personas mantengan una relación o una convivencia (casados o no) es que sean adultos...y capaces, claro.
Esto último es quizás lo que suele complicar las cosas, porque el enamoramiento conlleva en casi todos los casos algún tipo de incapacidad emocional, y aunque no todos llegamos al extremo de convertir al otr@ en su dios y razón única de existencia, si que nos paseamos a menudo por el abismo del desequilibrio, el mismo que llevó a la hija de Isabel de Castilla a enloquecer (de amor) por Felipe, el hermoso que pasaba un quintal de ella.
No hay comentarios:
Publicar un comentario